El amor nunca muere

| 13 junio 2010
Cientos de palabras abruman mi mente de forma lírica. Rimas, frases, metáforas. Cada una con tanta fuerza como para tumbarme sin vacilar. Y no es hoy, ni ayer, ni será mañana. Siento que este sufrimiento me inundará por el resto de mi vida.

Cada noche te abrazo, y añoro abrazarte. Cada noche te beso, y añoro besarte. Echo de menos tu olor, tu presencia. Lloro intensamente al rozar la cama por haber olvidado el sentir de tus abrazos. Tus besos quedan lejos. Tu mirada sigue cerca, penetrándome hasta lo más profundo de mi torturado corazón, y esquivándome.

Deseo que cada lágrima que ha salido de mis tristes ojos desde aquel trágico día nos impulse con fuerza hacia un lugar mejor. Prometo respetar toda mi vida, desde lo más profundo de mi corazón, el sentimiento más grande y más fascinante que jamás nada ni nadie me haya podido brindar. Te agradeceré eternamente cada instante.


Te viniste aquí de vacaciones, y el Sol no te quemó, solo te doró. Dormiste, y no te picaron los mosquitos. Pero esto ya se acaba. No tienes más rato. Te puedes llevar los buenos retratos que tienes en el juicio, pero no te engañes, tú aquí también estabas muy solo. Si tenemos suerte, tal vez, nos podamos llevar algunos bellos retratos. (de la película Conoces a Joe Black)