Feliz día para todos... o casi todos

| 25 diciembre 2010
Por fin es Navidad. Plácidas y copiosas comidas y cenas con familia y amigos. Relajadas charlas a la luz de la televisión. Ricos turrones y mazapanes que inundan nuestras mesas. Y, cómo no, los regalos. Para algunos Papá Noel, para otros, los Reyes Magos de Oriente. En todo caso, siempre momentos que compartir con nuestros seres queridos. Momentos donde desear felicidad y salud a todo el mundo. Momentos donde darnos cuenta de que tenemos mucho que agradecer a mucha gente.

Así que quiero aprovechar este día para tener más presente en mi mente a Carlos, a Sonia, a Luis, a Silvia, a Andrea, a Mohamed, a Nicolás... y a tántas y tantas personas, niños todos, que no pueden disfrutar como los que somos afortunados de esas cenas, de esa televisión, de esos regalos, de esa felicidad. Niños enfermos, hospitalizados o no. Y no sólo hablo de nuestro país. Hablo de todos aquellos que no son felices, en momentos tan bonitos como el que queremos ensalzar en estas fechas. Cosas tan sencillas como una canción navideña, que muchos de ellos no podrán disfrutar por vivir en condiciones muy duras, por guerras, enfermedades, falta de alimentos...

Y aprovecho que lo comento, para hacer un poquito de publicidad de una organización con la que llevo colaborando un tiempo, y que espero poder hacerlo cada vez más. Su nombre es Fundación Theodora, y llevan más de 10 años llevando sonrisas y alegría a muchos hospitales infantiles españoles. Su labor principal se centra en contratar a los llamados Doctores Sonrisa, profesionales del ocio que llevan durante unos minutos la alegría suficiente a niños hospitalizados como para olvidarse de su sufrimiento. Esta labor se consigue mediante la recaudación de dinero, bien mediante donativos, bien mediante la venta de material promocional, dentro de donde cabe destacar los libros de cuentos infantiles.

En fin, supongo que esto suena a amargar un poco la fiesta a la gente. Pero simplemente quiero haceros ver que en fechas tan importantes como ésta, debemos recordar más si cabe a aquellos que no están tan favorecidos. Así que, si no podéis colaborar directamente con este tipo de organizaciones, os pido que otorguéis al mundo sonrisas. Sonrisas frente a los cercanos, frente a los desconocidos, frente a los necesitados, frente a aquellos que os dieron la espalda, frente a los que os quisieron hacer daño. Y sobre todo, sonrisas frente a aquellos que no pueden darlas, pues son los que más las necesitarán.

Feliz Navidad, feliz año nuevo, y sobre todo, felices sonrisas para todos.

Check

| 11 diciembre 2010
Venimos al mundo con muy poco, pero aun así a veces no somos conscientes de que podemos perderlo. Check era una persona más. Supongo que enredarme en explicar su infancia podría llevarme tanto tiempo como el que alguna vez perdió. Mejor que nosotros no volvamos a repetir la misma historia.

No conozco la historia completa, eso por seguro. Pocos años, apenas alguno de adolescencia, habían contemplado sus ojos tímidos. Siempre fueron  brillantes. Se contaba a su alrededor lo especiales que eran, aunque nunca quiso engañarse, y asumió que eran normales, como los de cualquier otra persona que conociera. Tímida era su sonrisa, apenas marcada hasta aquel verano de su decimoctavo o decimonoveno cumpleaños en que conoció a quien fue su mejor experiencia personal en la vida. Tímidos sus gestos. Tímido pasado.

Reconozco la pasión cuando la siento cerca, y sin duda Check consiguió demostrarme que la sentía. Le culparon de inpaciente, de ser una persona insatisfecha, de no apreciar lo que tenía. ¿Cómo hacerlo con su pasado? Creo que ya aclaré que no hablaría de su pasado, pero todos somos producto de nuestras circunstancias. Check lo era.

Una vez me contó lo que sentía. Desde entonces somos diferentes. No puedes quedarte indiferente. A veces pienso que debí preguntar más, pero quién soy yo para curiosear en el pasado de quien ya de por si sufre al mentarlo. Simplemente preferí mirar sin ser visto, escuchar sin actuar con una actitud curiosa, y sobre todo disfrutar de su sinceridad. Nunca olvidaré su sonrisa. Clamaba cariño a la par que lo daba. El brillo de sus ojos expresaba tanta ilusión como en mí se encontraba el de penetrarlos y sostener su mirada con la mía hasta caer rendidos mutuamente. Agotador. Esclavo. Esperanzador. Un gran momento, el final del principio. Debo agradecerle eternamente la confianza que me hizo mantener esa mirada.

Check no me dijo ni una sola palabra. Nada. Sin embargo me lo dijo todo. Le conocí hace tan poco, que apenas podría explicar lo que ha sucedido en mí desde entonces, pero me ha cambiado, sin ningún género de duda. Repetiría. Repetiría si no fuera por el riesgo de perder el contacto. Es menos libre de lo que desearía, a la par que menos accesible de lo que me gustaría.

La verdad es que Check no existe. Check soy yo, eres tú, es él y ella. Somos todos nosotros, y son todos aquellos. No es ni más ni menos que el reflejo de la humanidad que yace en cada persona, y que inspira cuando asoma en la mirada, cuando canta en la sonrisa, cuando baila con sus gestos de cariño. Check es la ilusión, y es el dolor. Es la compañía, y la soledad. Son los sueños, y la libertad. Es la vida, es la paz. Es la guerra y, algún día, será la muerte.

Muchachito. Siempre que Quiera. En buenafuente

| 10 diciembre 2010

¿Vienes para quedarte?

| 08 diciembre 2010
Desde que te conocí me di cuenta de que viniste para quedarte. El tiempo pasa. A veces creo que nuestro encuentro fue tan casual como inesperado. Bueno, inesperado del todo no, pero tal vez imaginé que sería diferente.

Te aprecio tanto como la gente confirma mi sentimiento hacia ti de que debo apreciarte. Pero no me acabo de fiar. No te culpes, no eres tú. Hace años viví algo parecido. Dejavu, le dicen en francés. Las comparaciones son odiosas, le dicen en español. Lo sé.

No puedo preguntarte, porque nunca dirás la verdad. ¿Acaso alguna vez lo hiciste? Siento resquemor, mi amor hacia ti será imposible. ¿Merece la pena luchar por esto? ¿Merece la pena morir por esto? Morir. Dura palabra, ¿verdad? Culpa tuya. Sacas lo peor de mí.

Te juro que cada noche sueño contigo, cada mañana siento tu presencia, cada alegría la quiero vivir contigo, cada problema lo quiero hablar contigo. Pero... ¿realmente vienes para quedarte conmigo, soledad?

Me encanta desnudarte

| 05 diciembre 2010
Te veo y no te miro. Te observo y no te atiendo. Te huelo y no te capto. Te rozo y no te aprecio. Te siento y no te siento.

La simetría, el brillo, la sencillez, son aspectos que definen tu forma física. Me encanta sentirla, pero realmente me importa un comino. Adoro la belleza física porque mis hormonas la adoran. Sin embargo, odio el azar. Me gusta sentir más allá de los sentidos de mi cuerpo, forzando mi mente a crear nuevos sentidos que potencien lo que sé que hay en ti.

Disfruto derramando el velo de lágrimas de alegría que te protege, desnudando tus ojos ante los míos mostrándome tu mirada. Me excita desvestir tu piel y apreciar los recuerdos que la han marcado a lo largo de tus experiencias en la vida. Aprecio callar tu voz y escuchar tus palabras, saliendo en pelota de las más diversas formas que tu cuerpo es capaz de recrear.

El azar, el destino, la fortuna, o el porvenir, nos han traído unos ojos, unas manos, una boca, una piel, un cuerpo. Ninguno igual. Ninguno suficientemente distinto. Somos entes venidos a más, creados del conjunto de casualidades que ha querido que convivamos aquí, y no allí. Somos lo que nunca sabremos que somos, y que no mostraremos a los demás, hasta que consigamos dejar aparcado el cuerpo que nos sostiene, desnudemos nuestra alma, destapemos nuestro ser, y permitamos acceder al verdadero destino de los que nos rodean: un ser humano.